RIMBOMBA: MONTSERRAT PALACIOS, SHEILA BLANCO, ENRIQUE FALCÓN

TEATRE EL MUSICAL

RIMBOMBA: MONTSERRAT PALACIOS, SHEILA BLANCO, ENRIQUE FALCÓN

Sala

TEATRE EL MUSICAL

Precio

10 euros
Plazas
402
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RIMBOMBA, el ciclo de poesía viva de Valèmcia, continua su III edición presentando los trabajos de la performer vocal y artista sonora Montserrat Palacios, el poeta valenciano Enrique Falcón y la cantante - compositora  Sheila Blanco.

RIMBOMBA, el cicle de poesia viva de València RIMBOMBA, continua amb la  III edició presentant els treballs de la performer i artista sonora Montserrat Palacios, el poeta valencià Enrique Falcón i la cantant-compositora Sheila Blanco.

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MONTSERRAT PALACIOS
'Soy muy reivindicadora del grito, del llanto, del ruido, de todos esos sonidos que no se pueden escribir con notas ni sobre papel pautado: sonidos grumo, sonidos rotos, desgarrados, silenciosos, imposibles, etc. Esto por supuesto no es nuevo, hay muchas cantantes que han incursionado en estos intríngulis -nunca mejor dicho- de la voz. Pero en mí, han surgido desde hace muchos años gracias a la etnomusicología y también a la experimentación, práctica y escucha de los registros ampliados de mi propia voz. Voz que se relaciona con diferentes objetos sonoros cotidianos como son: máquinas de coser, teteras, copas de cristal, peceras, cintas velcro, etc. pero también con el espacio en el que resuena, el espacio que es también instrumento, los huesos del público que son también espacios resonantes. Para mí es importante pensar que la música es algo más que sonido, es sobre todo convivencia y creación de situaciones, situaciones que pueden llevarte al compromiso social, al encuentro con el otro, o a la simple conversación que sabe tejer mundos. Cada vez reivindico más la improvisación, yo recuerdo que cuando era estudiante en el conservatorio, lo de improvisar era como sinónimo de falta de rigor, de “casi” composición pero a medio hacer, “esto es algo ‘improvisado’” se decía casi con tono despectivo. Entonces, la improvisación, salvo en el jazz, es algo que en los Conservatorios no se enseña o al menos, a mí no me lo enseñaron. La improvisación que yo realizo no depende de códigos ni escales, sino que se hace con la escucha, y en ella se corre el riesgo de no definir sino de ser en el momento, sin paracaídas y sin red para hacer de un concierto un acto de encuentro, sin propósito, por azar, de forma imprevista, inusitada, inmediata, fugaz, viva, transitoria. Por supuesto que en cualquier improvisación se tiene una estructura, un conocimiento previo, y mucho trabajo detrás, pero a diferencia de la composición que está más orientada hacia la invención, la improvisación está más orientada hacia el descubrimiento y no al significado total de la obra sino a la importancia del significado del sonido en sí, en cada momento, mientras va ocurriendo. Cantar para mí es un acto más emocional y vital que solo racional. Algunos comentarios sobre mi trabajo Un susurro es un beso al viento. Montserrat maneja entre sus dedos la aguja que cose palabras. La tela de sus quejidos acaricia el oído, mientras sus gestos, nos abrazan con olores de tulipán y ambrosía. Cada canto y movimiento es una escultura que queda dibujada en el tiempo, como fotografías sonoras que te invaden, que te ahogan con cariño. No hay mejor poesía que la que es irrepetible. Manel Costa. Sporting Club, Valencia 2013 Montserrat, con tu presentazione, llegaste como golpe de caricias, no era necesario voltear a buscarte, habías invadido, contaminado con un elixir la sala medieval, eras un tumulto de aves y criaturas, la casa de las aves, el empoderamiento de las alturas, el vuelo de la voz que traspasó, atravesó cada pliegue de la piel, asombrada sentí como la sangre era navegada por tu voz que es poco llamar voz, penetró sublime como espada de amor, como un dolor y un gozo, una sorpresa de luz, cuánto genio en tu ser Montserrat, cuanta paz, lamento, fortuna, existencia en cada recorrido, del subsuelo, del sufrimiento, del aleteo de palomas, de sus pichones, de sus alas, estamos aquí, ahora sube, sube, así entre el éxtasis que rodeaba nuestro cuello sin respiro llegaste a los sonidos de la fiesta, acoplada mágicamente en todo el trayecto por la vida de las campanas, el lenguaje, los signos y significados que quedaron en la memoria y transversalizan la esperanza del arte, de la estética.. (Ma. Carmen Lomonaco Sanfilippo, Sicilia 8 de agosto 2016) la voz es retrato, pero también es sello y carácter o mejor proyecto y camino. La voz de MONTSERRAT PALACIOS une calideces y trascendencias de México y España, de América y Europa...pasión por lo sutil y lo minucioso, la cercanía y lo transitivo. mueve y roza la conmoción, ese vibrar que nos cambia la piel del son mediante la piel de su escucha regada y regalada. un paraíso de ángeles que revolotean en resbales, pues. Llorenç Barber 8 de nov 2019 He asistido muchas veces a conciertos tuyos durante años, pero tengo que decir que la actuación del sábado fue superlativa, magistral, maravillosa. He apreciado un salto de calidad vocal, artística y conceptual sobresalientes. Sin ánimo de que eso suene a simple peloteo, creo sinceramente que estamos ante una de las mejores voces del panorama de la actual música experimental. Las dos improvisaciones con Beñat Achiary además, mostraron una madurez creativa extraordinaria (yo me sentí muy impresionado y emocionado). Poca gente en España está actualmente a ese nivel. Pili también te manda, Montse su felicitación. También se quedó muy impresionada. Isaac Diego. Musicólogo y cantante. 20 de febrero de 2021'
 
SHEILA BLANCO
En Cantando a las poetas del 27, la pianista, compositora y cantante Sheila Blanco ha convertido en canciones una selección de poemas de las mejores autoras de la Generación del 27. Acompañándose únicamente por un piano, Sheila pone voz y ritmo a los versos de las poetas Carmen Conde, Ernestina de Champourcin, Concha Méndez, Elisabeth Mulder, Margarita Ferreras, Josefina Romo Arregui y Dolores Catarinéu, interpretando una música que ahonda en las emociones que impregnan sus poemarios y que abordan temas universales, personalizados en las vidas de cada poeta como son el amor, el dolor, el exilio, la belleza, la pena, el remordimiento... Tras más de 3 años de investigación, Sheila seleccionó aquellos poemas que más le inspiraron y comenzó a improvisar armonías que las palabras de cada poema le iban sugiriendo. Este proyecto pretende dar a conocer y homenajear a estas mujeres injustamente borradas de la Generación literaria que las encuadra. Así Sheila canta a Carmen Conde, la primera mujer en formar parte de la RAE en 1979, a Concha Méndez, poeta surrealista fundadora de la imprenta Verónica que tantos libros editó, a Ernestina de Champourcin, nominada al Príncipe de Asturias de las Letras, a Margarita Ferreras, autora de "Pez en la tierra", el mejor poemario femenino de la Edad de Plata, a Josefina Romo Arregui, Premio Extraordinario en Filosofía y Letras, entre otras. En Cantando a las poetas del 27, Sheila hace una pequeña presentación de cada autora, dando algunas pinceladas sobre su vida y una breve contextualización del poema antes de interpretarlo. Para finalizar su recital concierto, interpreta un poema propio dedicado a estas poetas así como un poema de Rosalía de Castro, uno de los pocos referentes femeninos que tuvieron estas poetas.
 
ENRIQUE FALCÓN
Fragmento de "Escribir los últimos poemas del capitalismo" (en prensa):
 
(...) Alguien escribe un poema... Un texto, no otro, un texto en concreto, un informe, caja negra del mundo, un algo que acompaña, un dispositivo de palabras que tiene consecuencias, o que se abre en canal para poder alterarlas, un artefacto de legitimaciones que eligió justificar determinados modos de vida, o que elige no hacerlo. Eso es lo que escribe, en el mientras tanto del presente inmediato, justo en el que se escribe también una poesía dignamente vulnerable pero también capacitada para acompañar procesos generosos de solidaridad e interdependencia y acciones políticas de emancipación, custodia y apoyo mutuo. En el corazón de los mil vínculos, eso es lo que escribe. Y eso, lo que querremos acompañar. Sacaremos de nuestros poemas las palabras del amo, nos cuidaremos de no dar cabida a la voz del ataúd, no abriremos la boca si nos la colonizan, total o débilmente, los lenguajes del poder, porque el nuestro es un combate espiritual que se ha reestablecido a partir de las condiciones materiales de la vida. Usaremos todas las técnicas, todas las retóricas, todos los registros, y cuando nuestros poemas se vuelvan previsibles, aprenderemos a callar. Antes que a escribir aprenderemos a escuchar, especialmente allí donde se organizan los cuerpos y la vida frente al poder de la injusticia y el horror de la desaparición, y nuestros poemas sabrán de la química insurrecta de la fotosíntesis, como deseaba Yayo Herrero; o de la extrema belleza de la huelga general, como quería Jorge Riechmann; o del pan que se comparte en los rincones de las periferias, como soñaba Pilar Serrano; o de los alfabetos universales de lo bueno y lo común, por los que Modou Kara Faye dio la vida; o de la capacidad de organizar la insignificancia, como ha reclamado un personaje de Belén Gopegui; o de la voluntad de contarnos en mitad de los vínculos y en las prácticas de la conversación y la asamblea, como ha pedido Eva Lazcano. Cantaremos porque sí, y porque ahí, pero también por deber y por encargo, que es como decir que por escucha, y nuestra obra solo tocará los pies de quienes nosotros hemos elegido. Escribiremos poemas panfletarios y también poemas majestuosos, porque en ambas situaciones sabremos sonreír ante los que reclaman calidades exquisitas en el medio de una casa vacía, desde salas mediocres que están a punto de arder. Sin embargo, si nuestros poemas no acompañan, cerraremos la boca; si lo que escribimos no procura tener consecuencias, dejaremos de escribir; y si pisoteamos con nuestros versos a los que ya viven postrados, o mueren ofendidos, deberemos imponernos como un propio castigo permanecer algún tiempo en un estricto silencio. Haremos inventario de todos los mitos, de todos los relatos, y reescribiremos su legado exponiéndolos ante el precipicio que han abierto los límites de nuestra civilización, actualizando lo que nos siguen contando, o viéndolos simplemente desaparecer, en cada uno de los trasvases que hoy se dan entre narración e historia, entre poesía y experiencia colectiva, entre palabra previa y hecho producido. Escribiremos poemas políticos con poemas de amor, y también allí habrá muertos y heridos, y palacios demolidos y poderes destronados y, entre todas sus ruinas, también sueños y gentes que ya pueden bailar, porque lo que precipita un cambio cultural sin precedentes (lo intuyó Spengler) es un nuevo temor a la muerte, un nuevo temor al mundo, y con él una transformación radical  de todas las cosas. (...)

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